Escribir sobre las emociones es, en cierta forma, una manera de ponerle nombre a esa tensión que une y dinamiza cosas, lugares y personas (Ahmed, 2004).
El Coronavirus ha marcado un antes y un después en nuestras relaciones, así también en nuestras emociones. Estas emociones suscitadas en su espacio cotidiano, han denotado percepciones de temor al espacio externo a la vivienda, es decir, al espacio público.
Tras varias semanas de confinamiento, cuando las medidas empezaban a relajarse y era posible salir a la calle respetando las medidas de seguridad, varios participantes sintieron miedo o rechazo a la idea de salir a la calle. Este miedo conocido como Síndrome de la cabaña; no se trata de una enfermedad tipificada, sino de un conjunto de síntomas relacionados con el espectro ansioso, según psicólogos.
La expansión de casos de Coronavirus ha generado un contexto de inseguridad mayor al que había antes del confinamiento. El hogar es un refugio ante este marco general de incertidumbre, donde se buscan espacios que apelen a la seguridad y al control.