TALLER DE GESTIÓN EMOCIONAL EN EL CONTEXTO DEL CORONAVIRUS EN EL ÁREA METROPOLITANA DE COCHABAMBA

Se mapeo información de 87 participantes, 73 participantes mujeres y 13 varones, de entre 18 y 41 años de edad.

La mayoría de los participantes residen en la jurisdicción de Cochabamba, en los distritos de la zona Norte y zona Central: D12, D3, D2, D10 y D11. También contamos con la participación de personas de la Zona Sur.

También tenemos participantes de los distritos urbanos de Sacaba y Colcapirhua circundantes a la ciudad. Así también participantes de distritos de carácter agrícola de Quillacollo.

El taller se realizo en tres grupos etareos , con una metodología particular para cada grupo de edad.

Respecto a la situación ocupacional de los participantes, se contó con un público diverso, tanto personas con formación académica superior, formación técnica,  como personas naturales. Tal como se observa en el mapa:

Territorio y Emociones

Escribir sobre las emociones es, en cierta forma, una manera de ponerle nombre a esa tensión que une y dinamiza cosas, lugares y personas (Ahmed, 2004).

El Coronavirus ha marcado un antes y un después en nuestras relaciones, así también en nuestras emociones. Estas emociones suscitadas en su espacio cotidiano, han denotado percepciones de temor al espacio externo a la vivienda, es decir, al espacio público.

Tras varias semanas de confinamiento, cuando las medidas  empezaban a relajarse y era posible salir a la calle respetando las medidas de seguridad, varios participantes sintieron miedo o rechazo a la idea de salir a la calle. Este miedo conocido como Síndrome de la cabaña; no se trata de una enfermedad tipificada, sino de un conjunto de síntomas relacionados con el espectro ansioso, según psicólogos.

La expansión de casos de Coronavirus ha generado un contexto de inseguridad mayor al que había antes del confinamiento. El hogar es un refugio ante este marco general de incertidumbre, donde se buscan espacios que apelen a la seguridad y al control.

Los trastornos más concurrentes de este confinamiento fueron los estados de ansiedad, miedo y preocupación. Emociones procedentes de la sobreexposición a información respecto al incremento de casos de Coronavirus en sus territorios. Esto particularmente en las participantes mujeres de entre 26 y 32 años.

Hombres y mujeres de entre 33 y 41 años denotaron sentir nostalgia parental, al no poder relacionarse con sus parientes externos al núcleo familiar.

El coronavirus no solo ha sacado a flote emociones negativas como estrés y depresión, sino también algunas positivas para repensar nuestras formas de habitar en la ciudad, como reflexión y transformación.

Nuestras escalas afectivas están en constante transformación. Estos cambios dependen de la capacidad de los propios individuos para reorganizar sus formas de vinculación emocional con el medio y producir hábitat.